Cómo afrontar la muerte en tiempos de coronavirus gracias a la literatura

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Vivimos tiempos inciertos y en los que la muerte es más palpable que nunca gracias al coronavirus. ¿Qué pasa cuando alguien muere? ¿se puede salir del dolor? ¿cómo reaccionar? Hoy te contamos cómo afrontar la muerte según la escritora Rosa Montero.

Afrontar la muerte, en palabras de Rosa Montero

«Como no he tenido hijos, lo más importante que me ha sucedido en la vida son mis muertos», así comienza La ridícula idea de no volver a verte, libro de Rosa Montero (Madrid, 1951). En este libro, Rosa Montero hace un repaso por la biografía de la célebre científica Marie Curie, galardonada dos veces con un premio Nobel, pero más allá de relatar acontecimientos de la vida de la famosa mujer que descubrió el radio y el polonio, Rosa Montero la retrata en uno de los episodios más difíciles de su vida: la muerte de su marido, el también célebre científico Pierre Curie. «Solo en los nacimientos y en las muertes se sale uno del tiempo», dice Montero en su ensayo; y se nos hace muy necesario cuando hablamos de los tiempos que actualmente corren, donde miles de miles de personas han muerto a causa del coronavirus.

¿Cómo enfrentar la muerte de un ser querido? ¿cómo sobrellevar una pérdida tan repentina? Y es que quizá hayas tenido suerte y en tu familia no se haya presentado un deceso por coronavirus, pero también puede que seas uno de los muchos afectados a los que el Covid-19 dejó huérfanos: padres, tíos, hermanos, familiares, amigos y conocidos. El coronavirus no ha perdonado, como tampoco la radiación perdonó al matrimonio Curie que Rosa Montero retrata.

Rosa Montero escribe sobre cómo afrontar la muerte

¿Cómo afrontar la muerte en tiempos de coronavirus?

La muerte es una vieja amiga y como tal hay que recibirla, según la aclamada escritora J.K. Rowling. Cuando una persona muere «el presente se parte por la mitad y te deja atisbar por un instante la grieta de lo verdadero». Y es que según Rosa Montero, cuando nos enfrentamos a la muerte somos capaces de concienciarnos de que estamos viviendo un acontecimiento verdaderamente grande e importante que, indiscutiblemente, nos marcará y cambiará.

Como bien escribía Montero, nos encontramos viviendo tiempos radiactivos, tiempos convulsos en los que un virus se ha cobrado la vida de muchísimas personas, situación que nunca imaginamos vivir. ¿Y cómo nos hacemos a la idea de lo que está sucediendo? Aunque La ridícula idea de no volver a verte puede parecer un libro sobre la pérdida, en realidad es un libro sobre la vida, un libro sobre cómo afrontar la muerte, cómo viven los que se quedan, los vivos.

Sobre el dolor

Una persona que ha sufrido la muerte de un ser querido, pero verdaderamente querido, será incapaz de hablar de lo sucedido. El dolor es indecible, tan grande que te roba las palabras, te quita el aliento. En cambio, si se puede hablar de lo sucedido es que entonces la muerte de esa persona no te ha afectado tanto. Según Montero el dolor es algo muy grande que semeja a ser sepultado por un alud que te roba el alma, la voz, todo.

Como ya hemos adelantado, este ensayo magistral cuenta lo que pasó por la afligida cabeza de madame Curie cuando se enteró de la muerte de Pierre, padre de sus dos hijas (que aún eran muy pequeñas). A madame Curie el tiempo se le detuvo, la arrancó de golpe de una existencia medianamente perfecta, llena de ciencia y de las ocurrencias del famoso científico. Cuando le llevaron el cadáver de su esposo, Marie Curie se encerró en sí misma, en el silencio, en la frialdad; incluso pidió a sus hijas que no mencionaran por ningún motivo el nombre del padre. Era como si no quisiera que nadie hablara del hombre que ella había querido, Pierre existía solo para ella y solo le pertenecía a ella.

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El duelo

El duelo tiene 5 etapas, pero cuando nos encontramos en duelo, apenas si podemos reconocer algo más allá que la condición de doliente en sí misma. La negación es la primera de las fases por las que se pasa. Lo mismo pasó a Marie Curie cuando le avisaron de la muerte de Pierre. ¿Su solución? Escribir un diario, una especie de carta larguísima dedicada a su difunto esposo. Una carta en la que volcaba lo indecible, lo inimaginable. Le decía que le imaginaba entrando por la puerta y haciendo las cosas que siempre hacía. Con la tristeza llega la soledad, la locura. Una desconexión total del mundo, como si alguien hubiera arrancado de golpe los cables de cualquier aparato dejándolo todo a oscuras.

La negación

Rosa Montero, que escribe en el libro no solo sobre los Curie, sino de la muerte de su esposo Pablo a consecuencia de un cáncer, habla de ese sentimiento de no aceptar lo que ha sucedido: «¿Cómo es posible que no esté? Esa persona que tanto espacio ocupaba en el mundo, ¿dónde se ha metido? El cerebro no puede comprender que haya desaparecido para siempre». Cuando nos dicen que alguien ha muerto, la vida nos golpea. ¿Cómo es posible que haya podido suceder? Y no somos capaces de aceptar lo que ha pasado, no nos podemos imaginar cómo será afrontar la muerte de esa persona.

La idea es incapaz de cuajar en nuestra cabeza. No puedes creer que nunca más verás a aquella persona, que nunca la escucharás de nuevo y somos incapaces de entender lo que ha sucedido. En las primera etapas del duelo está bien no llorar; el cuerpo entra en una especie de shock o trance. Las lágrimas simplemente no están.

Marie Curie escribió un diario para afrontar la muerte de Pierre Curie

La locura

Dependiendo de nuestra relación con la persona, nuestra educación y las circunstancias en las que se haya producido la muerte, la reacción inmediata que tendremos al respecto será una u otra. La locura suele invadir a muchas personas, más si el fallecimiento ha sido algo repentino, trágico e inimaginable. Es cierto, la muerte es algo natural, pero no todos o casi nadie, está preparado para afrontarla. ¿Qué es lo más loco que se ha hecho cuando alguien ha muerto? Conocemos lo que hizo Marie Curie gracias a su diario y a la pluma de Rosa Montero; la mujer, avasallada por el dolor, guardó el pañuelo que Pierre Curie llevaba en el momento de su deceso y que contenía sangre y trazos de cerebro. Y ella lo conservó y lo escondió para contemplarlo embelesada, como una especie de reliquia sagrada. ¿Es normal volvernos locos? Por supuesto. Lo anormal sería no hacerlo.

Otras personas, en un arranque intempestivo de locura, suelen deshacerse de las pertenencias del muerto, quemar la ropa, regalarla, tirarla a la basura como si nunca hubiera pertenecido a nadie. Otros, como Rosa Montero, guardan las pertenencias del fallecido e incluso, llegan a aferrarse con frenesí a las mismas: las olfatean intentando encontrar el olor de quien ha desaparecido, su esencia, algo que indique que esa persona no se ha evaporado para siempre.

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La rabia y la culpa

La rabia o la ira es un sentimiento que suele aquejar con ímpetu a los sobrevivientes de un muerto; particularmente si la muerte se produce en circunstancias trágicas A Pierre Curie la muerte le llegó porque la rueda de un carruaje la aplastó el cráneo. A muchas personas, en los últimos meses, les ha sorprendido de golpe por culpa de un virus. Y es normal sentirse con coraje si el fallecimiento se produce en circunstancias que van más allá de nuestro entendimiento. En medio del enojo, hay personas que son capaces de recordar los momentos vividos con quien ha muerto, otros, prefieren ignorarlos; sin embargo, algo común es aferrarse a la idea de «pude haber hecho más» «tal vez si nos hubiésemos enterado antes». Simplemente el mundo se vienen abajo.

Inmediatamente después de la ira, llega la culpa. El sentimiento que dice «¿por qué no pasé más tiempo con esa persona?» «¿por qué no hice tal o cual cosa?» «si le hubiera dicho lo que sentía».

Escribir un diario para afrontar la muerte

Marie Curie escribió un diario por y para Pierre Curie. Una especie de despedida pues el científico murió repentinamente y ella no pudo despedirse de él; ella fue capaz de «completar la narración de su existencia en común» y, la única manera que tuvo de hacerlo fue escribiéndole un diario. Un texto en el que le habla de lo que siente, de lo que está viviendo. Rosa Montero, por ejemplo, escribió el libro sobre Marie Curie y en el que retrata su propia tragedia con ligeras pinceladas. ¿Por qué no escribir un diario para afrontar la muerte? Una especie de final de una vida en común. Rosa Montero y nosotros, te aconsejamos que es lo mejor que podrías hacer. Escribe un final, no el final de la vida de una persona, sino el final de tu historia con esa persona.

Hay muchos artistas que han transformado el dolor en arte: Frida Kahlo a través de sus pinturas; Eric Clapton con Tears in Heaven ante la trágica muerte de su hijo pequeño o Isabel Allende con «Paula», una novela autobiográfica sobre la muerte de su hija.

¿Qué más se puede hacer ante la muerte?

Los ritos tradicionales, ancestrales como la humanidad, nos invitan a enterrar a nuestros muertos, llevarles flores cada tanto. También podemos hablarles, «decir que les amas y siempre les has amado» y contarles todas las cosas que te gustaría haber hecho de haber tenido más tiempo. ¿Qué es el tiempo? Es un gran consuelo. Eventualmente, se irá asimilando la pérdida; es posible que pase un tiempo hasta que se acepte la pérdida.

Referencias

Montero, R. (2013) La ridícula idea de no volver a verte. Seixbarral. 124 pp.

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