Uno de los síntomas más destacados del cáncer es el cansancio, y aunque parezca contradictorio, los profesionales sanitarios recomiendan hacerle frente a través del deporte. Cada día se hace más evidente la importancia de mantenerse activo para proteger nuestra salud, pero aquellos que sufren esta enfermedad no llegan a estar convencidos de los beneficios de un entrenamiento moderado. Ahora, tras varias investigaciones ha quedado demostrado que el ejercicio físico puede ayudar a mejorar el cáncer. Si quieres saber los motivos, tan solo tienes que seguir leyendo.
Ejercicio físico y cáncer
Como ya hemos afirmado, el ejercicio físico puede ayudar a mejorar el cáncer. Así, además del cansancio, el dolor es otro de los efectos secundarios contra el que se puede luchar mediante la práctica deportiva. De esta forma, numerosos especialistas han llegado a la conclusión de que caminar todos los días, ser autónomo y realizar pequeñas actividades recomendadas por un médico tiene multitud de ventajas. Algunas de ellas las describimos en este punto.
Reducción de la fatiga y del cansancio
Mantenerse activo es un consejo muy importante por parte de los expertos. Se trata de un cambio de actitud que nos ayuda a afrontar la jornada de una forma distinta, multiplicándose así las ganas de actuar. De este modo, se quedan atrás los planes de quedarnos en la cama todo el día, se dejan a un lado los malos pensamientos y se aprovecha toda la ilusión posible para hacer aquello que nos hace sentir bien.
Aumento del ánimo y de la autoestima
Cuando nos sentimos mejor, independientemente del motivo, nuestra autoestima mejora, y está científicamente demostrado que el ánimo aumenta con un pequeño entrenamiento. De esta forma, con un concepto más positivo de nosotros mismos, tendremos fuerzas para hacer frente a cualquier situación, sintiendo que las ganas de luchar crecen.
Menos ansiedad y estrés
También es por todos conocido que la ansiedad y el estrés se reducen haciendo ejercicio. Cuando nos movemos, liberamos tensiones y el cuerpo se relaja. Por ello, cualquier tipo de nerviosismo es menor, e incluso se elimina, con una rutina deportiva moderada.

Reducción de náuseas y vómitos
Se trata de uno de los síntomas más incómodos que tienen lugar durante el proceso de la enfermedad. Es más, a veces se convierte en uno de los más temidos. Ahora, a través del deporte podemos reducir este tipo de sensaciones. Nos sentiremos mucho mejor después de practicarlo.
Retrasa la sensación de debilidad muscular
Cuando hacemos deporte nuestros músculos se fortalecen. De esta forma, les costará menos luchar contra cualquier factor externo que los debilite, ya sea un tratamiento o una enfermedad en sí. Por ello, tenemos que entrenarlos y adaptarlos a cualquier tipo de circunstancia.
Mayor supervivencia
Cualquier rutina que podamos llevar a cabo para mejorar nuestro estado de salud deberíamos aplicarla, y la actividad física aumenta el porcentaje de supervivencia; ya no solo en pacientes oncológicos, sino en otras enfermedades como pueden ser la hipertensión o la diabetes.
Aumenta las posibilidades de ser independientes
A todos nos gusta ser independientes. Por ello, si nos sentimos mejor, más cosas podremos realizar sin ningún tipo de ayuda.
El ejercicio físico oncológico
El ejercicio físico oncológico es aquel que está especialmente indicado para pacientes con cáncer que están recibiendo el tratamiento adecuado para hacer frente a la enfermedad. Está pensado principalmente para mantener tanto la fuerza como la masa muscular. Toda rutina tiene que estar totalmente orientada al individuo, teniendo en cuenta la medicación que está recibiendo y el tipo de tumor. Por ello, en cada uno de los pasos de los que se compone el entrenamiento deben estar involucrados tanto los médicos como las enfermeras.
Así, por ejemplo, los pacientes que sufran afectación ósea tienen que evitar un sobreesfuerzo sobre la zona afectada. Igualmente, aquellos que hayan sido intervenidos quirúrgicamente en el abdomen, deberán cuidar especialmente esta parte del cuerpo con el fin de que no haya complicaciones. Por otro lado, los que tengan afectados los pulmones tendrán que tener en cuenta en todo momento su capacidad respiratoria. De no ser así, las consecuencias podrían ser muy graves.

Ejercicios durante la radioterapia
Cualquier ejercicio puede ser beneficioso para los pacientes que se encuentren en tratamiento de radioterapia, excepto la natación. Esto se debe a que la piel radiada puede empeorar con el agua de la piscina teniendo en cuenta sus componentes. Lo más recomendable es combinar ejercicios de fuerza para tonificar la musculatura (con mancuernas, bandas elásticas o máquinas de pesas) con ejercicios aeróbicos (montar en bicicleta o andar sería ideal).
Ahora, es fundamental evitar los rayos del sol en cualquier tipo de entrenamiento, pues no es compatible con este tratamiento.
El ejercicio físico y los efectos de la quimioterapia
El ejercicio físico no solo puede ayudar a mejorar la evolución del cáncer, sino que también previene los efectos secundarios de la quimioterapia. La razón es que nos hace sentir más fuertes, más independientes y con mejor estado de ánimo; y, además, provoca un aumento de las ganas de comer.
Algunos de los consejos para hacer deporte durante el tratamiento de quimioterapia se basan en realizar 150 minutos de ejercicios aeróbicos de intensidad media que se dividirán en cinco días por semana. Asimismo, llevaremos a cabo ejercicios de resistencia durante un par de días por semana. Por supuesto, es indispensable el calentamiento antes de comenzar la actividad y el enfriamiento después de terminar el entrenamiento. Igualmente, se recomienda que la práctica deportiva sea supervisada e, incluso, que se lleve a cabo en grupo para mejorar el ambiente.
Leucopenia
En el caso de sufrir leucopenia, no es nada recomendable hacer ejercicio en un lugar cerrado y mucho menos si en él existe mucha aglomeración de gente. Esto se debe a que el riesgo de contagio de algún tipo de germen es mucho mayor.
Finalmente, de forma constante se aconseja una supervisión del estado de salud. De esta manera, se analizarán los efectos secundarios del tratamiento. También se conocerá cómo es la evolución del paciente, si es necesario reducir la intensidad de los ejercicios o si, por el contrario, están beneficiando al organismo.