La crisis sanitaria por el COVID-19 ha venido a desordenar nuestras vidas. De la noche a la mañana pasamos de la libertad al encierro, a la incertidumbre. Algunos se atrincheraron en la soledad de sus casas, les compadecieron por tener que aislarse sin compañía alguna durante semanas que parecían interminables. Los más «afortunados» tenían con quién enclaustrarse y todo pintaba color de rosa, romántico e idílico, pero ¿cómo ha afectado el confinamiento a las parejas? ¿Han logrado salir a flote después de meses de convivencia 24 horas?
Descubre cómo ha afectado el confinamiento a las parejas
La psicología del encierro
Lo primero que dijo una mujer, después de 14 días de cuarentena a bordo de un crucero y en compañía de su esposo fue: «Ahora sé lo que un recluso debe sentir». Según un artículo publicado en la revista británica Lancet, el confinamiento afecta no solo nuestra salud emocional, sino también la física. Durante la cuarentena se elevan los niveles de estrés e ira. Aumentan la frustración y el aburrimiento ocasionado por la pérdida de la rutina y la falta de contacto social y físico, y la situación empeora si se ha perdido la estabilidad económica.
Las secuelas psicológicas del confinamiento son muy diversas, pero la más conocida, gracias a la industria cinematográfica, es el denominado Síndrome de la cabaña. Este es el miedo irracional a abandonar la comodidad de una casa, temor a relacionarse de nuevo con personas en el supermercado o coger el transporte público. No hay que olvidar la célebre obra de Stephen King, «El Resplandor», donde un hombre, aislado durante meses con su familia en un hotel, decide matarlos a todos. Tranquila, ésta era solo una novela y es perfectamente normal que durante estos meses tan difíciles tú y tu pareja hayáis experimentado al menos uno de los sentimientos antes descritos.

Cómo sobrevivir al confinamiento sin querer dejar a mi pareja
Pocas lo dicen, pero muchas lo habrán pensado a lo largo de los meses de confinamiento. No basta el amor, por muy fuerte que este sea, si de la noche a la mañana cerraron las empresas, los bares, la vida en general. De tener libertad absoluta para entrar y/o salir, el confinamiento llegó y esos pequeños momentos de soledad empezaron a compartirse con otra persona. 24 horas al día, 7 días de la semana, en bucle. Siempre, en una relación, es indispensable que cada uno tenga su propio espacio. Para teletrabajar, leer un libro, hacer Skype con los que están lejos o simplemente disfrutar del placer de no hacer nada por unos minutos.
Durante el confinamiento, ningún miembro de la pareja debía convertirse en la Cenicienta de su propio hogar. Compartir las tareas, siguiendo la rutina previa al encierro como norma general para la casa. ¿Quién hace la colada? ¿Quién lava los trastos? ¿Quién atiende al niño? ¿Quién pasea al perro? Cada uno con lo que le correspondía antes de que la crisis sanitaria nos atacara.
Los hijos también pueden influir dentro del entorno de la pareja. Con el cierre de colegios y el teletrabajo, ha sido una situación estresante para muchas madres particularmente. Porque los niños suelen demandar más la atención de la madre y disfrutar la compañía del padre. ¿Quién hace los deberes con el niño? ¿quién le atiende en sus ratos de ocio cuando normalmente era la hora de ir al parque o a las actividades extra escolares? La convivencia continua entre los padres e hijos también puede mermar la relación de pareja. Por eso, no solo dividir las tareas con el niño es importante, sino buscar un rato para estar a solas ya que no existe la posibilidad de que los abuelos o los tíos cuiden a los hijos.
¿Cómo ha afectado el confinamiento a las parejas? Las consecuencias del encierro son inevitables. Algunos saldrán fortalecidos como pareja, otros, tal vez se plantearon dejar la relación, pero sin poder salir de casa, resultaba imposible. La comunicación y el respeto siempre deben primar ante todo. Pero, ¿por qué no? También se puede salir renovado. Ya sea que algunos decidan dar un paso más allá de su relación, logren cambiar aspectos que no les gustaban o simplemente, despedirse de esa persona y empezar de cero, a la par que esta nueva normalidad.

Los solitarios, los que mejor se adaptaron
No podemos dejar de lado a los solitarios, que no es lo mismo que los solteros. Los solitarios pueden ser por ejemplo los freelances que trabajan desde casa, o la gente que oposita, es decir: la gente que está acostumbrada a estar confinada. Los que viven del aislamiento y no suelen relacionarse todos los días con otras personas. Para ellos el confinamiento es algo normal. Tal vez sufrieron la privación de ir al gimnasio o de quedar los fines de semana con los amigos, pero, en realidad, el confinamiento no les supuso un gran cambio en sus vidas.