Probablemente no lo sepas, pero llevas años pagando de más por muchos de los productos que utilizas en tu día a día simplemente por el mero hecho de ser mujer. Sí, en efecto: no solo ocupamos menos puestos de importancia en las grandes empresas o en el mundo de la política y cobramos de medio un 18,8% menos que nuestros homólogos masculinos en España, sino que además pagamos más por utilizar los mismos productos. ¿Cuánto? Alrededor de unos 1350€ cada año. Según un estudio, las mujeres pagan hasta un 24% más que los hombres por los mismos artículos porque hay algunos productos en los que la versión femenina es más cara que la masculina: es lo que se conoce como tasa rosa. Si quieres aprender a reconocerla para poder evitarla, en este artículo te explicamos cómo hacerlo.
¿Qué es la tasa rosa?
La tasa rosa se refiere a la cantidad extra de dinero que se le cobra a las mujeres al adquirir ciertos productos o servicios tales como ropa, productos básicos de higiene personal o los perfumes. Las investigaciones al respecto observan que las diferencias de precio para estos servicios idénticos no implican un coste de producción más altos, por lo que no estarían justificados. El precio final de los productos es decisión del distribuidor en última instancia, y puede actuar de acuerdo a criterios estratégicos. Por ejemplo, si se detecta que las mujeres están dispuestas a gastar más dinero en cuidado personal y que los hombres son más reacios a hacerlo, se adecúan los precios al comportamiento del cliente.
Pero de la misma manera que las empresas tienen derecho a hacerlo, los consumidores tienen derecho a saber que se hace, y esto no siempre ocurre. Por ejemplo, en la mayoría de supermercados los productos de higiene para hombres y mujeres se encuentran en zonas separadas y además hay diferencias de tamaño y modelo, por lo que la variación en el precio no salta a la vista y muchos consumidores desconocen que en otra zona del supermercado existe otra versión del producto (generalmente azul) más barata.
¿Cuanto pagamos de más?
La tasa rosa no es un fenómeno homogéneo, sino que puede manifestarse de muchas maneras. En los ejemplos más evidentes, el mismo producto en color rosa es ligeramente más caro. En otras ocasiones, el aumento de precio en la versión para mujer se justifica por algún supuesto componente extra. La versión femenina de un producto es, de media, un 7% más cara que la masculina, y específicamente las mujeres pagan:
- Un 7% más por juguetes y accesorios destinados a público femenino.
- Un 4% más por ropa infantil de niña.
- Un 8% más por ropa de mujer.
- Un 13% más por productos del cuidado personal.
- Un 5% más en determinados servicios
A continuación, mostramos una serie de ejemplos concretos de la tasa rosa que podemos encontrar en la actualidad:
Ropa y complementos
Ropa
Son muchas las tiendas y marcas a comparar, y no siempre es sencillo porque hay determinadas prendas de vestir que son típicas de un género y no de otro. Pero cuando se trata de artículos básicos y comunes a ambos sexos como vaqueros, camisetas o sudaderas, basta con echar un vistazo al catálogo online de cualquier tienda (de ropa cara o barata) para apreciar la diferencia en el precio y ver que la mujer puede llegar a pagar entre 2€ y 30€ más por el mismo artículo.
Calzado
El análisis del calzado resulta algo más complejo porque una comparativa directa de productos con características exactas es casi imposible. Pero si los agrupamos de forma general entre calzado deportivo, mocasines y botines podemos comprobar que precio medio de los zapatos de mujer analizados es hasta un 7% superior a sus homólogos para hombre: un 3% los deportivos, un 6% los mocasines y un 7% los botines.
Relojes
En el ámbito de los relojes, el porcentaje varía según la marca y es cierto que no en todas encontramos tasa rosa, pero sí en algunas de las más conocidas. Por ejemplo, los relojes Festina de mujer tienen un precio un 8% más alto que los de la misma línea para hombre, y en otras firmas conocidas como Guess o Seiko la diferencia es de un 12% y un 24% más caros los relojes de mujer.
Comercios y servicios
La cuestión va más allá de la mera comparativa de productos en sus dos versiones. Se extiende también a otros gastos cotidianos que los usos sociales hacen muy difíciles de evitar, y en los que también tenemos que pagar más.
Peluquerías y tintorerías
Si tienes novio o marido y quieres comprobar en tus propias carnes que la tasa rosa no se queda solo en las tiendas de ropa y supermercados, haz el siguiente experimento. Id juntos a llevar una camisa de hombre de hombre y otra de mujer a la tintorería: verás que lavar y planchar la tuya sale unos dos o tres euros más caro que la de él. Y, a continuación, pasaos por la peluquería del barrio: probablemente os encontréis con algo así:
Talleres mecánicos
Esto puede parecer un viejo cliché, pero es completamente cierto: a las mujeres todavía se les cobra más por los servicios de aquellos campos que se consideran ‘cosa de hombres’. Una compañía estadounidense realizó un estudio en el que hombres y mujeres tenían que llamar a talleres mecánicos para preguntar cuánto costaría una reparación del radiador del motor, y a las mujeres que dieron la impresión de no tener ni idea sobre el tema se les ofreció un presupuesto de 400$ (por un trabajo que cuesta 365$) mientras que a los hombres que se encargaron también de parecer ajenos a todo lo relativo a la mecánica se les ofrecieron presupuestos de 383$.
Juguetes
En fechas como estas en las que tanto las grandes superficies como los pequeños comercios están plagados de juguetes y artículos infantiles destinados a ser regalos de navidad, es fácil detectar la presencia de la tasa rosa. Y, además, de una forma muy literal: en muchos casos, el mismo juguete costará más caro por el mero hecho de ser rosa o tener cualquier dibujo o distintivo que lo califique como destinado para el público femenino.
Productos de higiene personal
Perfumes
Los perfumes son otro producto que no escapa a las garras de la tasa rosa: las fragancias de mujer son un 7% más caras de media que las de hombre, con una diferencia de 2 euros de media y de 3 céntimos por mililitro.
Desodorantes, cremas y maquinillas desechables
Los productos para el cuidado personal tales como geles, champús, desodorantes, cremas y maquinillas de afeitar son en los que se puede detectar más fácilmente la presencia de la tasa rosa. En la mayoría de los casos, el producto en sí es el mismo y lo único que cambia es el color y la forma envoltorio, pero los que están destinados a mujeres son de media entre 1€ y 4€ más caros que los artículos masculinos.
La tasa de los tampones
Pero sin duda, los artículos que se llevan la palma en esto de la tasa rosa son los productos de higiene íntima femenina como compresas, tampones, copa menstrual o braguitas menstruales. A pesar de ser una necesidad primordial están gravados como un producto de lujo en España con un IVA del 10%, lo que supone una discriminación para el 52% de la población española que son quienes los utilizan.
La falta de normalización de la menstruación en la sociedad actual hace que no desaparezcan los mitos que la rodean y que quede relegada en la lista de prioridades sanitarias y presupuestarias en prácticamente todos los países. El resultado es una diferencia abismal entre países en la posibilidad de acceso a estos productos y en el precio e impuestos que los gravan. Los productos de higiene femenina son caros o muy caros según el país: en Ecuador una caja de tampones cuesta 5€, mientras que en China por ejemplo cuestan 12€. En cuanto a los impuestos, en España tenemos el 10% de IVA, pero en países como Eslovaquia o Argentina al 21%.
Los productos que cubren necesidades fisiológicas deberían contar como artículos de primera necesidad, tener el precio que corresponde y el impuesto adecuado. La higiene femenina es una necesidad, no un lujo, y las políticas y las leyes deberían reflejarlo. Sobre todo si se tiene en cuenta que son una necesidad propia del sexo, sin ningún tipo de capacidad de elección: si eres mujer, tienes la regla. No hay opción, y por ello no deberían ser productos gravados con el mismo tipo impositivo que el caviar.
¿Cómo podría solucionarse?
La solución más obvia para acabar con la tasa rosa sería crear un marco legal que no permita a las empresas emplear estas prácticas. En principio la ley establece que las diferencias deben justificarse por un coste de producción diferente, pero esto no siempre es posible y la justicia no siempre se hace cargo de este tipo de reclamaciones.
Por ello, lo más importante es concienciar a los consumidores sobre la existencia de este sobreprecio e invitarles a que elijan los productos de hombre: al fin y al cabo, la única diferencia está en el color y el envoltorio. Y si la tasa deja de ser rentable, serán las propias empresas quienes hagan que deje de existir. También funciona denunciar los casos que se van encontrando en blogs, medios online y las redes sociales (en Twitter existen con este fin los hashtags #tasarosa y #pinktax, gracias a los cuales hay casos de distribuidores que, ante la avalancha de críticas, han igualado el precio de sus productos).
Eliminar el IVA de los productos de higiene femenina
En cuanto a la tasa de los productos de higiene femenina, desde las asociaciones de consumidores se ha denunciado al Ejecutivo esta situación para que se aplique el IVA superreducido del 4%, como se hace con productos, alimentos y medicamentos indispensables. El Gobierno Canario, además, ha reducido el IVA de estos productos al mínimo en su comunidad autónoma. Además, se han lanzado campañas a través de las redes sociales como la campaña Tampons from Canada partiendo del hecho de que «menstruar no es una elección» con la que pretenden recogerse 150.000 firmas para hacer un pedido masivo de tampones a Canadá, donde estos productos de higiene femenina no contienen gravamen (0%), y así concienciar a los principales partidos políticos de la importancia de la rebaja fiscal en estos bienes de primera necesidad.