La eterna pregunta que nos hacemos, cuando de bajar de peso y cuidar la salud se trata: ¿mejor la sacarina que el azúcar? Quizá tengas ya tan interiorizado el uso de la sacarina que no te detienes a pensar al momento de perdirla como endulzante para el café. Pero nosotros cuestionamos: ¿Qué es mejor? ¿un edulcorante natural como el azúcar, pero cargado de calorías o un edulcorante artificial, cero calorías, pero un posible cóctel de químicos dañinos?
¿Mejor la sacarina que el azúcar?
Azúcar natural: en qué consiste
Cuando hablamos de azúcar no nos referimos única y exclusivamente a los paquetes de azúcar blanco que pueden servirte para acompañar un café y que sería el azúcar de toda la vida. Queremos ampliar más el concepto y hablarte del azúcar natural, que es mucho más extenso. Aquí se incluye el azúcar moreno, el de coco y los siropes de agave, arce y maíz. Estos últimos incluyen fructosa, una sustancia que podría ser perjudicial para la salud si se consume en grandes cantidades.
El problema del azúcar tradicional, en comparación con los que tienen fructosa es el índice glucémico. El azúcar tiene un índice de 60, mientras que el de los siropes es bastante más bajo. Si un alimento tiene un índice elevado, entonces es posible que, después de la ingesta, aumenten los niveles de azúcar en la sangre. El problema de estos endulzantes con fructuosa e índice más bajo es que convierten el azúcar en grasa de forma más fácil.
Aún así, entre los distintos tipos de azúcar natural, la mejor opción podría ser decantarse por el azúcar de siempre. Por supuesto, con moderación. No te olvides que, como su nombre indica, proviene de la naturaleza. Nosotros te recomendamos el azúcar moreno, a medio camino entre el azúcar blanco refinado y los siropes. ¿La diferencia? Es parcialmente refinado.

Sacarina, lo que debes de saber
La sacarina es un producto químico, más dulce que el azúcar y libre de calorías. Decantarse por la sacarina parece obvio para combatir la obesidad, mantenerse saludable y prevenir la diabetes o enfermedades cardiovasculares. Y, en el caso de las personas con alguno de estos padecimientos, mantener a raya los niveles de azúcar en la sangre. Existen muchos tipos de edulcorantes artificiales: aspartamo, sucralosa, stevia, acesulfamo… pero hoy vamos a hablar un poco sobre la sacarina, el más antiguo de todos. Y es que este edulcorante artificial fue descubierto en 1879.
¿Sabes de dónde viene la sacarina? Actualmente este popular edulcorante se obtiene de la síntesis química del tolueno y otros derivados del petróleo. El tolueno es un tipo de hidrocarburo aromático, producido a partir del benceno, y que se emplea, entre otros, para fabricar TNT (explosivo), detergentes, productos aromáticos y colorantes.
Una historia controvertida
A pesar de ser el edulcorante artificial más antiguo, también ha sido el más controvertido de todos. Según un artículo publicado por la Facultad de Medicina de Harvard en su edición electrónica sobre salud, la sacarina estuvo asociada en los 70 al cáncer de vejiga en ratas. Fue tal la controversia que en países como Canadá fue ilegal hasta el 2014. En Estados Unidos, por ejemplo, estuvo sometida a normas de etiquetado advirtiendo de los posibles riesgos de la sacarina para la salud, incluyendo el cáncer (en animales).
¿Es mejor consumir sacarina o azúcar?
La sacarina tiene un sabor 300 veces más dulce que el azúcar. De ahí que, por ejemplo, cuando te sirven un café te pongan solo 1 sobre (que es más bien pequeño), mientras que de azúcar suelen poner 2. Sí, con la sacarina debería de consumirse menos azúcar, lo que, sin duda, a la larga, ayudaría a bajar de peso. ¿El problema? Que la psicología del ser humano no ayuda.
Pongámonos en una situación en la que muchas mujeres hemos estado. Te tomas un café con sacarina en tu cafetería de confianza, pero te tomas el bollo espolvoreado de azúcar glass (y horneado, posiblemente, con azúcar blanco), porque claro, estás tomándote un café con sacarina. Lo mismo sucede con los refrescos de dieta. Dejas de tomar el refresco «normal», el que tiene mucha azúcar y te pasas al de dieta que no tiene calorías porque va endulzado con edulcorantes artificiales, pero te comes una porción de tarta plagada de azúcar. Es un poco incongruente.

Un inconveniente de la sacarina es que las personas que hacen de ella su endulzante frecuente, pueden alterar su percepción de los sabores. Ya adelantábamos que la sacarina es 300 veces más dulce que el azúcar. Una cantidad muy pequeña puede producir un sabor muy dulce, si se compara con el azúcar tradicional. El uso constante podría limitar la tolerancia a sabores complejos. Por ejemplo, las frutas podrían dejar de parecer dulces y alimentos como la zanahoria, que tiene un sabor medio dulzón, podría resultar desagradable al paladar.
Según la misma publicación de Harvard, en un estudio realizado a personas que bebían más de 21 bebidas de dieta a la semana, se encontró que los participantes eran más propensos al sobrepeso y obesidad. ¿Por qué? Porque la sacarina (como el resto de edulcorantes artificiales) puede evitar que asociemos la dulzura con la ingesta de calorías, de ahí que se deseen más dulces.