Irte a vivir con tu pareja no es una decisión fácil ni ha de ser impulsiva. Cuando se establece este compromiso, se acepta a la persona, sus virtudes, sus defectos… y a la familia. ¿Crees que estás preparado? Si vas a dar el paso de proponer a tu pareja vivir juntos, esta guía del arte de vivir en pareja y no matar la relación te resolverá tus mayores dudas.
Qué debes tener en cuenta antes de irte a vivir con tu pareja
El romanticismo de la idea de convivir con tu pareja puede convertirse en una pesadilla si se toma una decisión precipitada, por impulso o por presión. Si crees que en la relación estáis en un punto próximo al compromiso que supone vivir en pareja, reflexiona antes sobre estos temas que van a surgir en el día a día.

Temas complicados que pueden marcar la convivencia
Si bien los especialistas en dinámicas de pareja recomiendan comenzar a vivir juntos cuando ha existido una cohabitación previa, véase una semana de vacaciones, fines de semana, a la hora de irte a vivir con tu pareja, tienes que hablar de temas del día a día que pueden generar muchos conflictos de pareja en el futuro.
Con ellos nos referimos a áreas como la limpieza, la compra, y todo el arco de tareas domésticas que, en caso de enquistar el ambiente, puede hacer de romperrelaciones.
¿Dónde vivir juntos?
¿En su casa? ¿La tuya? ¿Quizás mejore en un piso de alquiler? Tomar la decisión de irse a vivir juntos como pareja ha de realizarse después de evaluar cuáles son los pros y contras de la ubicación del lugar donde vais a compartir casa. Si hay una desventaja para alguna de las partes y la otra adquiere todos los beneficios sin ningún tipo de contrapartida que equilibre el acuerdo, a la larga será un lastre para la buena convivencia.
El dinero, uno de los principales obstáculos para el éxito de la convivencia
Dos de cada tres relaciones se rompe con el dinero como uno de los elementos decisivos. Para evitar comenzar sin cimientos la relación en esta nueva etapa, se recomienda exponer antes de firmar ningún acuerdo las condiciones actuales económicas que van a regir en cuanto se vayan a vivir juntos; y se proyecte qué ocurre si las circunstancias laborales y/o económicas de una parte o de ambas cambian.
Es importante determinar el porcentaje de peso del aporte de cada uno de la pareja, siempre en función de su capacidad económica. Si una de las partes no puede asumir el coste que implica emanciparses, la pareja habrá de plantear una solución.
En los casos en los que se opte porque el de mayor poder adquisitivo asuma el total de los costes, ha de quedar claro que esto es temporal hasta que la otra parte pueda hacerse cargo de su parte. Solo así se evitará caer una dinámica de relación tóxica dependiente.
La empatía y el respeto, claves para irte a vivir con tu pareja
Nadie es perfecto. Después de la fase de enamoramiento, al vivir juntos se entra en una fase de conocimiento y reconocimiento. De esta forma, descubrirás manías y detalles que desconocías de tu pareja. No es lo mismo estar en un hotel de vacaciones que en tu propia casa.
De ahí que se recomiende no iniciar una convivencia sin un mínimo de tiempo de relación. Si bien nunca se conoce a la otra persona al 100%, sí que una relación prologonda nos prepara más para lo que puede suponer irte a vivir con tu pareja.
¿Cuándo es el momento perfecto para dar el paso de irte a vivir en pareja?

El momento de plantear el tema de vivir juntos ha de llegar con naturalidad, aunque, si encuentras que estáis ambos en ese punto de la relación, siempre se puede dar un empujón en forma de detalle. Como por ejemplo unos llaveros para parejas grabados dobles, en los que incluyas las llaves de tu piso o una invitación para mirar vuestra primera vivienda de alquiler.
Con este sencillo (y económico) gesto de regalar a tu pareja el llavero a juego le estarás mandando un mensaje claro de “quiero avanzar en la relación”.
¿Cuándo es el momento ideal para animarse a dar el paso? En primer lugar, y aunque sea muy básico, ninguno de los dos debe estar mantenimiento otra relación sentimental. En segundo término, se recomienda haber conocido al entorno más próximo de la otra parte, además de hablar de las expectativas de futuro y, sobre todo, que ambas partes lo deseen.
La comunicación, el respeto y el compromiso son las bases sólidas con las que se garantiza una relación sólida. Del mismo modo, respetar la identidad y el espacio de la pareja, empatizar y negociar son partes intrínsecas a una relación.