Facebook nació en el 2004 gracias a Mark Zuckerberg, que lo creó como un servicio para los estudiantes de su universidad. Años más tarde se convertiría en la red social que conocemos hoy en día. Facebook en sí no es un mal invento. Es entretenido, permite estar en contacto con personas de las que no se sabría nada y es una manera de estar un poco más cerca de personas que viven en otra ciudad, país o continente.
Facebook, el álbum de fotos moderno
Esta red social se ha convertido en un lugar en el que se comparte todo, desde pensamientos íntimos hasta fotografías de lo más variopintas. Mirando el perfil de un usuario, una persona puede hacerse una idea general de cuáles han sido sus mejores momentos, sus viajes, sus planes de fin de semana, sus celebraciones… Todo. Esto no es un problema cuando el usuario es totalmente libre de decidir si compartir o no esos detalles de su vida y es consciente de ello. Es decir, una persona adulta debería ser totalmente consciente de que esos momentos quedarán para siempre recogidos en Facebook o cualquier otra red social. Y, a partir de aquí, decidir si compartirlo o no.
Cuando en esas fotografías aparecen más personas, algunas pueden pedir que no se suba a ninguna red social. También es muy común preguntar si se puede o no subir a Facebook o Instagram. Pero ¿qué pasa cuando en la fotografía aparece un niño que todavía no es consciente de ello? Las fotografías que antes podían ver solo los familiares o los amigos más íntimos en un álbum de fotos cuando iban a casa, ahora pueden verlas cientos de personas desde su portátil, teléfono móvil o tablet, incluso pueden guardarse una copia en sus dispositivos.

Subir fotos de menores a Facebook ¿sí o no?
Hay muchos padres que comparten fotos de sus hijos en las redes sociales o dejan que familiares o amigos lo hagan. Incluso hay niños que tienen un perfil de Facebook desde el día de su nacimiento. Pero estas fotos ¿hasta dónde pueden llegar? Aunque el perfil sea privado existen numerosas maneras de descargar una foto y hacer que llegue a más personas. Pero además de los peligros que tiene compartir fotos de un niño pequeño, ¿qué pensará él cuando sea mayor?
Antes de que sean mayores y conscientes de ello, una parte de su vida ya está colgada en la red. Cierto es que cualquier padre o madre responsable no publicaría jamás una fotografía que pudiese perjudicar a su hijo. Pero esas fotografías o anécdotas graciosas o tiernas para un padre o una madre pueden ser embarazosas o incómodas para un hijo. Probablemente muchas de esas fotos o anécdotas hubiese querido que se quedaran en la intimidad familiar, pero no fue así y ya no hay marcha atrás porque 100 personas o más le dieron a “me gusta” y otras tantas comentaron la publicación. ¿Realmente vale la pena compartir la intimidad de un hijo a cambio de “me gusta” o comentarios graciosos? ¿Qué objetivo tiene?

Compartir información sin filtros en Facebook
Cuando los niños que ahora son pequeños tengan 18 años habrá más información en internet sobre ellos publicada por los padres que por ellos mismos. Algunos de ellos podrán recorrer toda su vida a través de fotografías y anécdotas publicadas en la red. El día que nacieron, su primer diente, sus primeros pasos, el día que se le escapó el pipí en plena calle, el día que se cayó con la bicicleta… Todos sus logros y sus fracasos. Todo. Una especie de currículum al que todo el mundo tendrá acceso porque Facebook y otras redes sociales se han convertido en una especie de diario personal abierto al público 24 horas al día. ¿Podría perjudicar a un hijo toda esta información?
Muchos padres aseguran que no dudarían en eliminar el perfil de Facebook si su hijo se lo pidiese. Pero jamás se podrá saber con exactitud hasta dónde han podido llegar esas fotografías.

¿Qué peligros hay?
Compartir fotos o información de menores en redes sociales tiene sus peligros, sobre todo cuando se desconoce hasta dónde han llegado.
- Cualquier persona puede suplantar la identidad del menor con toda la información que se detalla en las publicaciones y fotografías.
- Las empresas podrían utilizar las imágenes o vídeos con fines publicitarios. Esto sucede cuando se aceptan sin leer unas condiciones y uso de los servicios.
- Se puede llegar a ser víctima de montajes fotográficos que ridiculicen al menor y derive a bullying o ciberbullying. Este mismo problema puede ser provocado por vídeos o imágenes en los que el pequeño aparece en situaciones ridículas, como una caída, o comprometidas, como en ropa interior.
- Los pederastas se mueven por las redes sociales utilizando perfiles falsos para conseguir material que les satisfaga sexualmente.
Nuestro consejo es que aunque se quieran compartir con todo el mundo esos momentos tan tiernos y graciosos, se piense muy bien en las posibles consecuencias.