Nos pasa a todos. Estás en el supermercado, compras verduras y productos, y te enfrentas a la elección inevitable: ¿productos orgánicos, o comida normal?. Esta pregunta tiene un significado diferente para cada persona. Para algunos, consumir productos orgánicos tiene como objetivo llevar una dieta más saludable o más nutritiva. Para otros, implica ser respetuosos con el medio ambiente. Y, para otros tantos, consumir alimentos más sabroso.
Pero en todos los casos hay un factor común: sea el motivo que sea por el que se consumen estos productos, lo cierto es que siempre son más caros. La pregunta que surge por tanto, es la siguiente ¿merece la pena pagar más por los alimentos orgánicos, o no existe realmente diferencia entre estos y otros normales y más baratos? La sociedad tiende a creer que los productos orgánicos son más sanos y que su producción implica una menor contaminación, por lo que son muchas las personas dispuestas a pagar ese precio extra. En este artículo desvelamos lo que la ciencia dice al respecto.
No existen grandes diferencias entre los productos orgánicos y los convencionales
Lo cierto es que existe muy poca evidencia científica que respalde los aparentes beneficios de salud de los productos orgánicos. Un macro estudio realizado por la American Journal of Clinical Nutrition de 2009 que ha analizado más de 52 mil informes científicos elaborados en los últimos 50 años llegó a la conclusión que no había ninguna diferencia a nivel nutricional entre los alimentos considerados orgánicos y los alimentos convencionales. Otros estudios posteriores encontraron que había niveles de fósforo y antioxidantes ligeramente más altos y niveles más bajos de cadmio en los productos orgánicos. Datos que, aunque positivos, no justifican necesariamente la marcada diferencia de precio entre unos y otros.
En 2012, un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford compararon los niveles de nutrientes y la contaminación bacteriana, fúngica o con pesticidas de diversos productos (frutas, verduras, cereales y semillas, carnes, leche, aves de corral y huevos) cultivados de forma orgánica y convencional. Los resultados demostraron que hay poca diferencia significativa en los beneficios para la salud entre alimentos orgánicos y convencionales, así como tampoco diferencias consistentes en el contenido de vitaminas, proteínas y grasas de los productos orgánicos frente a los no orgánicos. Concuerdan también estos resultados con los de un estudio muy reciente de la EFSA, que concluye que la exposición a residuos plaguicidas a través de alimentos no supone ningún riesgo para la salud humana, ni en caso de exposición a corto plazo, ni a largo plazo.
Los productos orgánicos son más respetuosos con el medio ambiente, pero no en todos los casos
No cabe duda de que el cultivo biológico de animales es más ético y ofrece mejores condiciones de vida para los seres vivos que la producción industrial. Está diseñado para garantizar que los animales sean tratados con la menor crueldad posible a lo largo del proceso y la producción de carne de forma convencional en granjas es menos nociva para el medio ambiente. Pero cuando se trata de vegetales, existen ideas erróneas respecto a la agricultura ecológica que nos hacen creer que es más respetuosa con el medio y con nuestra salud.
Los alimentos orgánicos están completamente libres de organismos genéticamente modificados, motivo por el cual algunas plantas de cultivo orgánico son menos resistentes a las plagas. Ello provoca que se deben usar más plaguicidas y herbicidas (como el glifosato o el glufosinato) en la agricultura tradicional para eliminar las malas hierbas de manera más rápida y eficiente. Por tanto, los alimentos orgánicos no están libres de uso de productos químicos contaminantes durante su producción.