No hay duda de que el cambio climático es un problema real, y un importante sector de la comunidad científica afirma que criar animales para alimentarse tiene consecuencias terribles para el planeta. Según los informes sobre Agricultura y Alimentación de la Organización de las Naciones Unidas, las emisiones de dióxido de carbono de las granjas animales industrializadas para la producción de carne y leche representan aproximadamente el 15% de las emisiones globales de gases.
La reducción de la contaminación global, la principal ventaja de la dieta vegetariana en el medio ambiente
Investigadores de la Universidad de Oxford han trabajado para averiguar qué efectos beneficiosos podría tener la reducción del consumo de carne a nivel global para el medio ambiente. En su estudio, señalan que el hecho de que una persona elimine los productos animales podría reducir su huella de carbono en 73%, y también que si la mayoría de la población fuese vegetariana o vegana, el uso global de la tierra podría reducirse en un 75% (es decir, el equivalente al tamaño de Estados Unidos, China, Australia y toda la Unión Europea juntos).
El impacto negativo de la dieta vegetariana en el medio ambiente
Aunque los hechos prueban que el impacto de la dieta vegetariana en el medio ambiente es positivo en general si se lo compara con la industria de la carne, los productos lácteos y los huevos -ya que solo requieren una mera fracción de los recursos que estos utilizan para su producción-, no todo son ventajas. Aunque la producción de vegetales es menos contaminante que la animal, la exportación de estos productos en ocasiones exóticos de un lado a otro del mundo sí que contribuye a la contaminación. Además, los precios de estos productos han subido tanto por la demanda del mundo occidental que se han vuelto inasequibles para quienes dependen de ellos en su país de origen.

Los países exportadores ya no se pueden permitir alimentos básicos de su dieta
Por ejemplo Kenia, que es el sexto mayor exportador mundial de fruta, ha tenido que prohibir la exportación de aguacates porque la oferta del país está en riesgo, ya que ha aumentado el volumen 18 hasta 50,000 toneladas por año. Algo parecido pasa en México, que aunque suministra alrededor del 45 por ciento de los aguacates del mundo, ve que su propio consumo está disminuyendo masivamente porque el precio por kilo es equivalente al salario mínimo diario, 80 pesos.
Los cereales tampoco se libran de esta tendencia: la quinoa, una parte fundamental de la dieta de la región de los Andes, tiene ahora precios prohibitivos para el grueso de la población. El precio se ha triplicado en los últimos años y ahora es más cara que el pollo.
El aumento de la demanda puede fomentar la deforestación ilegal
Además del aumento de precio de los alimentos, otra consecuencia negativa de la dieta vegetariana en el medio ambiente es que en algunos países vías de desarrollo que se dedican a la exportación de productos vegetales ganan más dinero exportación frutas y verduras que con otros productos aparentemente más rentables -como ocurre en México con el petróleo-, lo que ha derivado en un impulso de la deforestación ilegal para dar paso a la plantación de más árboles de aguacate.
El consumo responsable, la mejor solución
Hemos visto que el impacto de la dieta vegetariana en el medio ambiente tiene sus luces y sombras y que, aunque los cambios actuales en la industria alimentaria revelan que somos conscientes de que necesitamos comer menos carne y más verduras, es necesario que haga con un equilibrio razonable.
Una forma de hacerlo es consumir alimentos ecológicos de temporada y de procedencia local, tanto para asegurarte de que la carne que consumes procede de una industria sostenible -si no quieres abandonarla-, como para garantizar que, si optas por el vegetarianismo, no contribuyes a la contaminación derivada de la exportación.