Decía la cantante Zahara, en entrevista con Lorena G. Maldonado, que del sexo ha aprendido que no duele y que no existe el orgasmo vaginal. Te adelanto que, aunque en un principio pensé que Zahara estaba equivocada, ahora sé que la cantante andaluza estaba en lo cierto y que tú, como ella, como yo y como todas las mujeres, nos vamos a quedar con las ganas de ese orgasmo.
No, el orgasmo vaginal no existe
Desde que el hombre empezó a estudiar el orgasmo femenino (ojo, fueron los hombres los que decidieron analizar un asunto de mujeres) se percató de un hecho curioso: que las mujeres no siempre lo consiguen. Algo que, por supuesto, todas las féminas sabemos desde que el mundo es mundo. Pero vayamos atrás en la historia, concretamente a la época de Aristóteles: el filósofo griego se preguntaba por qué las mujeres eran capaces de tener hijos perfectamente sanos sin alcanzar el orgasmo, una situación que, como ya sabrás no ocurre con los hombres, pues el orgasmo masculino es necesario para la eyaculación y la consiguiente fecundación.
Para más inri, según algunos estudios, hay especies animales que sí necesitan tener un orgasmo para que se produzca la ovulación: tal es el caso de las hembras de gato y conejo. Al contrario que las mujeres, que ovulamos de forma espontánea cada cierto tiempo y sin necesidad de estimulación, estas especies sí que necesitan un orgasmo para poder reproducirse. Pero, ¿entonces cuál es el fin del orgasmo femenino? Según un estudio sobre la evolución del orgasmo femenino, sí que necesitábamos un orgasmo para poder ovular; por motivos evolutivos (y de conservación de la especie) esto dejó de ser necesario. Ahora mismo, solo es cuestión de placer.

Ahora, pregúntate: si de los orgasmos que has tenido en tu vida dependiera la reproducción, ¿podrías tener hijos? Sigue siendo un tema tabú, pero no todas las mujeres son capaces de llegar al orgasmo durante el acto sexual. Y está bien. Aquí entran dos grandes preguntas: ¿cuántos tipos de orgasmos existen? ¿Existe el orgasmo vaginal?
Tipos de orgasmo femenino
La masturbación femenina es otro tema del que poco se habla. Por pudor o por vergüenza muchas mujeres deciden no tocarse porque «no está bien visto», «las mujeres no hacen eso», «eso es algo solo de hombres». Y aquí te pregunto, ¿cómo pretenden estas mujeres que nunca se han masturbado tener un orgasmo? Básicamente porque, si una mujer no sabe lo que le gusta -cómo, dónde y de qué manera, lo cual se aprende con la autoexploración-, un hombre, por mucha experiencia que diga tener, tampoco lo va a saber. Porque, aunque él haya estado con otras parejas, cada mujer (y sus genitales) es un mundo. A menos que tu pareja sea otra mujer: en ese caso, juegas con ventaja, ya que tu pareja tendrá más idea de lo que se trae entre manos y puede tenerlo algo más fácil para adivinar lo que quieres.
Pero, ¿qué tiene que ver la masturbación? Bueno, es que es el pilar del placer femenino. Vayamos por partes. Hay muchos estudios y opiniones de los expertos sobre los orgasmos femeninos. Unos dicen que hay muchos tipos: el clitoriano, el orgasmo vaginal, el anal, el del punto G, el punto A y hasta uterino. Pero vamos a quedarnos con los dos primeros.
El clítoris, posible responsable del orgasmo vaginal
Quien quiera que haya diseñado el cuerpo humano, fue generoso con las mujeres. Colocó un punto estratégico en la anatomía femenina que no tiene más función que dar placer, ¡gracias por eso! Te estamos hablando del clítoris, centro del placer femenino y que tiene 8.000 terminaciones nerviosas y un tamaño bastante grande. A simple vista parece un botón de apenas unos pocos milímetros de tamaño, pero te sorprenderá saber que, en realidad, tiene una longitud de nueve centímetros.
La mayor parte del clítoris permanece oculto. Sí, ya sabéis: las mujeres siempre en la oscuridad y nuestros genitales también. Pero, ¿qué tiene que ver el clítoris con el orgasmo vaginal? Según los expertos, en realidad es el clítoris el que hace que tengas lo que erróneamente se ha denominado orgasmo vaginal. Hay quien hace dice que los orgasmos no debería llamarse ni clitoriano ni vaginal, sino directo e indirecto, respectivamente.
Y es que el orgasmo vaginal es simplemente un mito porque si la vagina fuera sensible, como lo es el clítoris, el parto por esta vía sería inviable. La diferencia es clara. Los orgasmos directos se producen por la estimulación sobre el clítoris; estos se consiguen a través de la masturbación y el sexo oral. Ahora, lo que quizá se ha confundido todo este tiempo como orgasmo vaginal sucede cuando la mujer, durante la penetración, roza el clítoris con el cuerpo de su pareja.
Por su parte, el orgasmo indirecto se produce al estimular el punto G (aunque algunos dicen que en realidad no existe). Cuando se estimula este punto, también se estimula de forma interna al clítoris.
¿Cómo alcanzar un orgasmo vaginal?
Ya te hemos dicho que no existe, pero eso que has confundido todo este tiempo con orgasmo vaginal, a través de la penetración, no todas las mujeres lo consiguen. De hecho, se cree que más del 50% de la población femenina nunca ha experimentado uno, y te decimos más: muchísimas mujeres ni siquiera alcanzan el orgasmo durante el coito. El 86% de las lesbianas tiene un orgasmo durante las relaciones sexuales, una cifra que se reduce al 65% cuando se trata de mujeres heterosexuales. ¿A qué se debe esto? Al tipo de sexo que se practica.

¿Por qué las lesbianas tienen orgasmos más frecuentes que las mujeres heterosexuales? Básicamente por el tipo de sexo que las primeras practican, en el que la penetración es una alternativa opcional que no cobra protagonismo absoluto, por lo que se da más importancia a esas otras prácticas con las que se puede alcanzar el orgasmo más fácil: la estimulación externa del clítoris de foral, manual o mediante fricción vulvar.
En cambio, desde que el mundo es mundo y existe la vida humana, la anatomía masculina ha sido siempre básica, lo cual ha reducido la experiencia sexual heterosexual a la mera penetración. Retomamos a Zahara en la citada entrevista cuando afirmaba lo que muchas mujeres ya sabemos: que el «mete-saca» que para los hombres es muy simple y puede guiarlos al orgasmo, para nosotras no es suficiente. Además, por supuesto, que para ellos es más fácil y no les lleva mucho tiempo concluir.
De todas formas, este pequeño obstáculo es perfectamente salvable para cualquier pareja heterosexual: basta con comunicarle a tu chicho exactamente cómo, dónde y con qué tiene que tocarte para que aprenda a hacerte disfrutar, y que la estimulación oral y manual cobren tanta importancia como la penetración y no pasen a un segundo plano.
Roce y postura
¿Cuánto necesita una mujer para alcanzar un orgasmo? No importa el tipo que sea, las chicas necesitamos más de diez minutos para conseguirlo. Así que con el simple «meter-sacar» de tu pareja, no vas a conseguir el preciado tesoro. Y he aquí mi secreto (que no es solo mío, sino que estoy segura de que muchas mujeres hemos descubierto a base de ensayo y error): fricción.
Para un «orgasmo vaginal» intenso a través de la penetración lo único que necesitas es conseguir la estimulación directa del clítoris. Pero hay maneras y maneras. Por ejemplo, puedes hacerlo tú misma o con la ayuda de tu pareja. Ahora bien, una postura que nunca falla y para a cual podrías no necesitar la mano, es si te colocas tú arriba. ¡La preferida de las mujeres! Porque eres tú quien controla la velocidad y la profundidad.
El punto G
Ahora bien, si quieres estimulación del punto G, algo que incrementa la intensidad de los orgasmos (y que también se consigue con la penetración), puedes probar posturas bastante sencillas. ¿La clave? Que el órgano de tu pareja roce «el techo» de la vagina. ¿Cómo conseguirlo? Puedes probar con el tradicional misionero, pero llevando las piernas a ambos lados del cuello de tu pareja. También puedes conseguirlo sentados uno frente al otro (que no tú encima de él). ¿Y qué tiene de especial el Punto G?
Con la correcta estimulación de este punto erógeno del cuerpo, algunas mujeres son capaces de eyacular. Sí, la eyaculación femenina es posible y, según algunas expertas en la materia, difícil de conseguir y muy placentera. Solo nos queda un consejo por darte: que experimentes, que pruebes y que le digas a tu pareja qué es lo que quieres.