Cuando hablamos de peeling, nos estamos refiriendo a un tratamiento que tiene como fin regenerar la piel, eliminando, de este modo, las imperfecciones que posea. Estas pueden ser manchas o poros sucios, entre otras. En cualquier circunstancia, el objetivo de este tipo de tratamientos es acabar con las células muertas y los procedimientos utilizados son el mecánico, el químico y el enzimático. Concretamente, en este artículo, vamos a hablar del peeling enzimático con el fin de que entiendas en qué consiste, cuáles son sus ventajas y cómo debemos aplicarlo.
El peeling enzimático
Los métodos más conocidos hasta el momento para exfoliar la piel eran el mecánico y el químico. Ahora, es importante saber que utilizar un exfoliante mecánico (una crema que lleva partículas de arrastre) puede resultar agresivo e irritante. Lo mismo sucede con la exfoliación química. Esta funciona mediante el líquido que se aplica sobre el rostro, ya que lleva ácidos con los que se eliminan los lípidos responsables de mantener unidas las células. En esta técnica, el problema está en que deja la piel desprotegida. De este modo, por ejemplo, no se recomienda exponerse al sol después de su aplicación.
Sin embargo, existe un tercer tipo de exfoliación que funciona a través de enzimas, el conocido como peeling enzimático. Sin duda, es el procedimiento más suave. A través de este método se puede conseguir un extra de luminosidad en cualquier tipo de piel y hacer frente a los granitos en las mixtas y grasas.
¿Qué es el peeling enzimático?
El peeling enzimático es un tratamiento que sirve para exfoliar la piel a través de las enzimas vegetales. Estas provienen la mayoría de las veces de frutas como la piña (bromelina) y la papaya (papaína). Igualmente, pueden proceder del aloe vera, la calabaza o los fermentos de levadura.
¿En qué consiste la exfoliación enzimática?
La exfoliación enzimática se caracteriza por ser suave, regular y segura. Su método de trabajo se basa en que las enzimas entran en contacto con la piel, se liberan, penetran hasta las primeras capas y hallan las células que están preparadas para salir, momento en el que las ayudan a cumplir su función.
Como no todas las células completan el ciclo de regeneración celular a la vez, es importante que las células que todavía no están listas para morir queden intactas para no sobreestimular la piel. Este hecho solo es capaz de hacerlo un peeling enzimático.

Funciones del peeling enzimático
Son varias y muy importantes las funciones del peeling enzimático. La primera de ellas es, como ya hemos dicho, eliminar las células muertas de la piel. Asimismo, mejora la textura de esta última, consiguiendo un tono más homogéneo, y estimula la aparición de nuevas células. Igualmente, al no ser tan abrasivo como otro tipo de peelings, evita el enrojecimiento de la piel.
El exfoliante enzimático también incrementa la oxigenación de la piel, limpia los poros en profundidad y evita la descamación. Por todos estos motivos es muy recomendable para prevenir la aparición de granitos.
Ventajas de la exfoliación enzimática
Este tipo de tratamiento no abrasa la piel ni daña las células vivas, que es exactamente lo que sucede cuando se utilizan técnicas en las que está presente el ácido. Además, activa el proceso de exfoliación natural de la piel. Este hecho es necesario para mantener la limpieza de los poros y mejorar las condiciones de la dermis facial.
¿Para quién está dirigido este tipo de tratamiento?
Este tratamiento es perfecto para todo tipo de pieles. Ahora, es ideal para los rostros más apagados. No importa si la persona que quiera probar esta técnica tiene la piel sensible o problemas de acné. Está a la altura de todas las circunstancias.
¿Cómo se usa el peeling enzimático?
Los exfoliantes enzimáticos pueden venderse bajo diferentes formas: cremas, emulsiones, mascarillas y polvos que se activan con agua o alguna solución específica. En el caso del formato en polvo, las enzimas vienen encapsuladas para que se liberen al contacto con la piel, pero hasta que no tocan el agua no se activan.
El producto debe aplicarse, mediante una fina capa, sobre la piel limpia y seca. Al tratarse de una exfoliación que se realiza desde el interior, no hay que trabajar el peeling. Así, se deposita sobre la cara, el cuello y el escote, y se deja actuar de 10 a 15 minutos. Transcurrido este tiempo se aclara y se aplica una buena crema hidratante.
Este proceso está recomendado hacerlo dos veces por semana si se sufre exceso de secreción sebácea, la razón es que eliminará las impurezas con mayor facilidad y presumiremos de un rostro mucho más limpio. Para el resto de pieles, basta con llevarlo a cabo una vez cada siete días. Sin embargo, en el caso de las pieles sensibles es mejor aplicarlo solamente una semana sí y una semana no, vigilando siempre cómo reaccionamos ante esta técnica.
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