Eres mujer. Vives en una residencia universitaria femenina. Te viene la regla. Y, a los dos días, a tu compañera de habitación. «Me toca más o menos en estos días, se me habrá adelantado«. Hasta aquí, todo normal. Al mes siguiente, a ti se te retrasa un poco. Y a ella se le vuelve a adelantar. A los tres meses, estais menstruando a la vez. Y cuando estáis acabando, empiezan con su menstruación las chicas de la habitación de al lado. Y, a continuación, las del otro lado del pasillo. Pasa entre amigas. Entre madres e hijas. Con tu hermana, con tu pareja (si eres homosexual), con tu compañera de piso…
Las combinaciones son infinitas. Pero todas lo hemos experimentado alguna vez: la menstruación se nos ha sincronizado con la de otra mujer. A pesar de que es una realidad evidente y que parece que difícilmente pueda deberse a la casualidad, el mecanismo de la menstruación sincronizada no está claro. ¿Por qué ocurre esto? ¿Tiene una explicación científica? ¿Es cierto que la regla ‘se pega’? Existen dos teorías que parecen explicar el por qué de este curioso suceso. ¡Vamos a descubrirlas!
Martha McClintock, pionera de la menstruación sincronizada
Aunque partamos de la hipótesis de que la menstruación se puede sincronizar, hay que matizar que la regla no se contagia. Es decir, que el mero hecho de pasar tiempo con una chica que tenga el período no va a hacer que por arte de magia le venga de repente a la otra. Cada mujer tiene su propio ciclo menstrual que oscila entre los 23 a los 30 días, y que se rige por sus propias características. Por ello, es imposible que se altere por el simple contacto. Pero sí es cierto que existe una tendencia evidente a que las mujeres del mismo entorno menstruen a la vez, y es por eso que la cuestión ha sido estudiada para ver si descansaba sobre una base científica.
La primera persona en tratar de responder a esta pregunta fue Martha McClintock, psicóloga estadounidense doctorada en Harvard y fundadora del Institut for Mind and Biology de Chicago. En 1971 publicó un estudio en la revista Nature en el que investigaba el fenómeno por primera vez y lo bautizaba como «menstruación sincronizada«. Comenzó a estudiar este fenómeno tras comprobar cómo se sincronizaba la regla de siete socorristas que trabajaron juntas durante todo un verano. Para ello, analizó los períodos menstruales de 135 mujeres de una universidad estadounidense y encontró que la fecha de inicio de la regla era más cercana entre amigas y compañeras de habitaciones que entre desconocidas. Los ciclos se sincronizaban durante los primeros tres meses, y a partir del cuarto mes las compañeras de habitación menstruaban los mismos días.
La respuesta, 27 años más tarde: el secreto está en las feromonas
La hipótesis sobre la que trabajaba McClintock era que las muchachas que pasaban tiempo juntas tenían la oportunidad de que sus feromonas afectasen unas a otras. Las feromonas son unas sustancias químicas estrechamente relacionadas con la sexualidad y la reproducción. Su presencia e importancia no es tan relevante en los humanos como en los animales, pero sí se ha demostrado que tienen efectos directos sobre los individuos que nos rodean.
Según McClintock, las feromonas presentes en la orina y el sudor de las axilas de unas mujeres incidirían sobre la hormona leutinizante (LH) de otras, acortando o alargando el ciclo ovulatorio. En 1998 la científica realizó un experimento en el que expuso a mujeres a pequeñas dosis de sudor de la axila (cargado de feromonas) de otras y demostró que tenían influencia en el ciclo de sus compañeras. Diversos estudios realizados en humanos y en primates arrojaron resultados similares a los de McClintock. Entre ellos, algunos señalaban la posibilidad de la existencia de «mujeres alfa» cuyas feromonas influyen en el ciclo menstrual de las demás, y «mujeres beta», quienes tendrían un ciclo más irregular y, consecuentemente, más susceptible a sufrir adaptaciones.
La menstruación sincronizada en otras especies y en la antropología
Otros estudios realizados en animales también apoyan la tesis de McClintock y afirman además que la sincronización menstrual se da en otras especies y que se debe a razones evolutivas. En el caso de las mujeres, estas «razones evolutivas» serían de corte antropológico y estarían ligadas a una estrategia cooperativa inconsciente desarrollada entre mujeres para no sucumbir ante un solo macho dominante. Si todas las mujeres tienen un ciclo sincronizado y menstrúan a la vez, en teoría el hombre no podría inseminarlas a todas.
Especulaciones sociológicas aparte, lo cierto es que la existencia menstruación sincronizada es un hecho probado. Y, aunque sus causas aún no están claras, todo apunta a que tiene más de base científica que de cultura popular. Independientemente de que la hipótesis de McClintock sea acertada o no, es cierto es que recientes estudios están empezando a admitir que la sincronización de la menstruación podría estar relacionada con el hipotálamo, -la parte del cerebro encargada de regular, entre otras cosas, la regla- u otras glándulas encargadas de la secreción de hormonas.
La melatonina, otra posibilidad
El ensayo científico “The Study of Menstrual Cycle and its Relationship to the Moon,” afirmaba que la mayoría de mujeres menstruaban durante la Luna nueva, con una correlación entre los niveles de melatonina y las fases de la Luna. Sabemos, pues, que el ciclo menstrual y el ciclo lunar coinciden, que la glándula pineal es sensible a la exposición lumínica y que está relacionada con la función gonadal (secreción de hormonas). Eso nos puede llevar a pensar que el proceso de secreción de melatonina y el ciclo menstrual estén relacionados de alguna forma.
La glándula pineal secreta melatonina y la libera en el fluido cerebroespinal y al sistema circulatorio general. Esta hormona primariamente nocturna es conocida por ser inductora del sueño y su rol en el ritmo circadiano. Tiene un papel muy importante en el control de la hormona liberadora de gonadotropinas (GnRH), que secreta la FSH y la LH, hormonas de gran relevancia en el trascurso del ciclo menstrual.
La luz artificial, un importante factor a tener en cuenta
Los estudios afirman que las mujeres que vivían en sociedades sin luz artificial ovulaban con la Luna llena y menstruaban con la Luna nueva. Recientes descubrimientos han demostrado que la luz artificial de noche influye en el ciclo menstrual en humanas y en el ciclo de los ratones (los ciclos son más regulares cuando no hay luz artificial), y también se ha dicho que la exposición a luces fuertes por la mañana hace que los ciclos sean más regulares.
Dado que la liberación de melatonina se ve estimulada por la oscuridad, no es sorprendente que los niveles cenitales de la melatonina tuvieran lugar en el pasado durante la fase oscura de la Luna. La conclusión lógica es que la melatonina se vería modulada por las variaciones mensuales en la iluminación y también por las variaciones diurnas de luz. En los tiempos que corren, debido a la existencia de la luz artificial, la liberación de melatonina no tiene por qué coincidir necesariamente con la fase de luna nueva, pero sí que podría explicar que se produjese la menstruación sincronizada.
La premisa es sencilla. Si la melatonina está relacionada con la secreción de las hormonas responsables del ciclo menstrual, y si su liberación se activa con la oscuridad, cuando dos o más mujeres desarrollen el mismo trabajo o vivan juntas, tendrán una rutina similar con una exposición a la luz y a la oscuridad parecida. Y, en consecuencia, será lógico que se produzca una sincronización en la producción de melatonina y que se dé el fenómeno de la menstruación sincronizada.