La piel supone una gran barrera externa y cumple una fuerte función protectora ante diversos agentes, como por ejemplo, penetración de microorganismos, daños químicos o pérdida de temperatura corporal. Para poder realizar su función adecuadamente y, que luzca sana y bonita, es importante prestar atención al cuidado de la piel.
El primer paso, es conocer el tipo de piel que tenemos. Muchas personas desconocen esta información y no aplican un tratamiento rutinario idóneo. Por lo que, conocer nuestra dermis y atender a sus necesidades, es imprescindible para conseguir unos resultados adecuados.
Además, es conveniente atender a factores que pueden influir y alterar el estado de nuestra piel. Como por ejemplo, la edad, a partir de cierto momento es aconsejable incorporar cuidados que reduzcan el envejecimiento, o la época del año, durante el invierno requiere más nutrición y, durante el verano más hidratación.
Teniendo en cuenta estos aspectos, hay unas reglas que no podemos olvidar a la hora de realizar el cuidado de la piel:
Regla 1: Nuestra piel siempre protegida
En nuestra rutina, no se nos puede olvidar un protector solar, independientemente de la estación del año en la que nos encontremos. Es aconsejable aplicar una crema solar que cuente con un FPS alto, para que proteja en mayor medida nuestra piel. Además, es recomendable aplicarla aunque estemos en un espacio cerrado, ya que la luz que emiten las pantallas también afecta a la piel.
Regla 2: Durante la ducha cuida tu piel
Muchas veces, notamos que nuestra piel presenta un aspecto seco y apagado. Por ello, es importante emplear productos que la respeten. Y eso, también incluye a los jabones, por lo que hay que prestar atención a qué tipo de jabón empleamos y elegir aquellos que sean suaves.
Además, es mejor realizar duchas que los conocidos baños de tina. Y, lo aconsejable, es que la temperatura del agua sea templada.
Regla 3: Después de la ducha
Al salir de la ducha, es importante que seques tu piel cuidadosamente. Para ello, realiza pequeños golpecitos con la toalla, secándola suavemente, sin frotar. Tras el secado, llega el momento de la hidratación. Este es uno de los momentos más importantes, y es imprescindible incorporarlo a nuestra rutina diaria. ¡Hidratación todos los días, sea cual sea tu tipo de piel!

Regla 4: Ante el frío, más cuidado de la piel
Con el frío, nuestra piel sufre más, igual que con el viento o el sol. En estas épocas del año más frías, nuestra piel se reseca en mayor medida y aparecen diferentes sensaciones desagradables como tirantez o picor. Por lo que, es importante aumentar los cuidados y nutrirla en mayor medida. Además, no hay que olvidar contar con unos guantes cuando nuestras manos se vean expuestas al fío.
Regla 5: ¡Hidrátate!
A veces, se nos olvida mantener nuestro cuerpo hidratado y no bebemos el agua suficiente. Pero, para que nuestra piel esté hidratada, es importante que nosotras estemos adecuadamente hidratadas. Para ello, bebe entre 1,5 y 2 litros de líquido al día. Si no tienes el hábito de beber agua puedes programar en tu rutina momentos para beber un vaso de agua, o colocar una botella de agua a tu lado e ir dando sorbos. Cuando quieras darte cuenta, ¡la botella se habrá vaciado!
Regla 6: La bella durmiente
Para que nuestra piel luzca bonita, es importante dormir y descansar las horas suficientes. El sueño es un proceso que cuenta con una función reparadora mental y física. Y, para poder llevar a cabo esa función de manera adecuada y completa, necesita un tiempo. Se recomienda dormir entre 7 y 9 horas.
Regla 7: La exfoliación
No podemos olvidarnos de la famosa exfoliación, ni de la sensación tan agradable de suavidad que nos deja tras su realización. Es recomendable evitar los exfoliantes que sean demasiado agresivos, para no dañar nuestra piel. Se puede realizar este paso un par de veces por semana. Y, se aconseja utilizar un exfoliante acorde con nuestro tipo de piel, para respetarla y cuidarla.
Regla 8: Zonas especiales, cuidados especiales
Hay que prestar atención a esas zonas del cuerpo que presentan mayor sensibilidad, como los labios o el contorno de ojos, donde la piel es más fina. Estas zonas necesitan cuidados específicos para su correcto mantenimiento, por lo es mejor emplear productos con características específicas.
Para llevar a cabo estas reglas, sin olvidarnos de ninguna y aplicando adecuadamente los productos, podemos crear una rutina diaria con todos los pasos.