Para hablar sobre el recorrido por el lesbianismo moderno, es necesario aludir a su trayectoria a lo largo de la historia, ya que existen muy pocos documentos y relatos que versen sobre las relaciones amorosas entre mujeres, por lo que, la falta de fuentes, supone un vacío que dificulta la reconstrucción de su historia y sobretodo la falta de divulgación social y conocimiento, ha generado un techo de cristal tan sólido, que es considerado uno de los colectivos que han sufrido grandes prejuicios sociales.
No obstante, en relación con el recorrido por el lesbianismo moderno; en la época griega y romana, el amor entre mujeres era entendido como una práctica aceptable y sin censura, mitos como el de Safo, refleja su existencia, incluso en culturas ancestrales en oriente como la sumeria, aproximadamente en el 1.700 antes de cristo, se hacía referencia, como bien se encontró en el código Hammurabi, el reconocimiento a un tipo de mujer, llamada Salzikrum o hija hombre, que disfrutaba de más derechos hereditarios que el resto de ellas, otorgando la posibilidad de poder elegir y crear su propia familia, sea cual fuere su género. En la antigua China, la visión acerca de las relaciones sexuales entre mujeres, era vista como un acto inofensivo, calificado como el ying del yang, entendido como fuente de equilibrio la idea de masturbación entre ellas.
Sin embargo en occidente, hay que señalar para conecer el recorrido por el lesbianismo moderno, que tuvo su germen con la instauración del cristianismo que empezó a desvirtuar su significado, la idea de lo masculino, asociado a fuerza, protección y poder, y lo femenino a lo débil, delicado y el hogar, desencadenó tal repercusión entre la división sexual, que incluso consiguió matices dentro de los mismos movimientos homosexuales; la visión divulgada por la iglesia a través de la interpretación de la Biblia sobre las diferencias entre los roles masculinos y femeninos, trajo mella dentro del propio movimiento homosexual; ya que entre hombres fue perseguido con más fuerza, debido al protagonismo asociado al miembro viril, como símbolo de supremacía frente a los genitales femeninos, siendo la imagen de relaciones sexuales entre hombres, un atentado contra los patrones preestablecidos masculinos cristianos, aun perseguido con mayor gravedad que la homosexualidad femenina, el cual era tachado de antinatural, éste mismo, debido a su invisibilidad y a la carencia de poder social de la imagen de la mujer en sí, se ha ido manifestando como tal de forma tardía, oculta y lenta, esto es porque que la moral occidental, la cultura, creencias y patrones se fueron convirtiendo en lastres que no reconocía el flujo natural de este constructo emocional.
En el recorrido por el lesbianismo moderno, la división sexual entre hombres y mujeres, hizo mella en el propio movimiento homosexual.
Durante el nazismo, las relaciones entre mujeres eran identificadas con un triangulo negro invertido, eran perseguidas y condenadas a duras penas, incluso a la muerte, dentro de los campos de concentración.
En el recorrido por el lesbianismo moderno, a finales del siglo XIX, es cuando empieza a crearse conceptos nuevos, el campo de las ciencias crea una nueva vertiente, la sexología, que junto con el avance en el área de la medicina, surge el concepto de lesbianismo; la identidad lésbica, comenzó a ser asociada a una patología definida como mujer invertida, masculina, vestida con ropa de hombre, con movimientos bruscos, andares descuidados y espontaneidad a la hora de relacionarse con hombres; además, se etiquetaba como lesbianas en función de su patrón social, es decir, por los roles establecidos, cuando no eran madres y esposas en familias heterosexuales, eran tachadas de padecer una enfermedad mental, el lesbianismo. Para los ilustres de la época, una mujer independiente, con ideas propias y con autonomía profesional, directamente era sospechosa de ser lesbiana.
En España, durante la época de franco, las relaciones homosexuales, eran totalmente reprimidas, la Ley de vagos y maleantes, tenía como uno de sus objetivos principales, perseguir a los homosexuales. Así como la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación social, que condenada con penas de cinco años de cárcel cualquier manifestación pública homosexual, así como la obligación de recibir un tratamiento de cura.
En la época de los 70, tras la muerte de Franco, se empezaron a iniciar movimientos revindicativos de la libertad homosexual, respecto al recorrido por el lesbianismo moderno, el primero de ellos iniciado en las Ramblas de Barcelona, supuso un punto del inflexión de los derechos homosexuales, que empezó a expandirse por numerosas ciudades del país. En 1978, Adolfo Suarez retiró la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación social, que consideraba la homosexualidad como una enfermedad, y por lo tanto, disuolvió el tratamiento para su cura. Aunque la abolición de esta Ley, no supuso el fin de la represión.
En el recorrido por el lesbianismo moderno, el matrimonio no se legalizó en España hasta hace poco, 2006.
A día de hoy, el recorrido por el lesbianismo moderno y el reconocimiento del matrimonio homosexual en España, se hizo posible gracias al partido socialista de Zapatero en 2005; así como permitió a las personas transexuales poder cambiar a efectos legales su nombre sin que se hayan tenido que ser sometidos a cirugía previa; sin embargo, existía una laguna discriminatoria, que aun no está resuelta, que es la referente a los hijos de parejas lesbianas, los cuales, en caso de inseminación, no es reconocido como tal por la madre no biológica, teniendo que iniciar trámites costosos de adopción, sin embargo, un año después, en 2006, se modificó la Ley de reproducción asistida, reconociendo a la madre no biológica este derecho, la misma, que con el gobierno actual del PP ha eliminado este apartado.
¿Qué pasa con la prestación por maternidad en las parejas de lesbianas? antes de avanzar, hay que señalar que para que una pareja homosexual disfrute de derechos reconocidos, debe de estar inscrita en el registro civil, bien como pareja de hecho o como matrimonio; y como he mencionado, a la hora de ser madres, la parte no biológica tiene que iniciar unos trámites de adopción para que el hijo biológico de su pareja mujer, sea reconocido legalmente como suyo, por lo que en relación al disfrute de la prestación por maternidad no es concebible a efectos legales para la madre no biológica, ya que de las 16 semanas que se reconoce para el disfrute por maternidad, 10 se pueden repartir entre ambos progenitores, sin embargo, la legislación actual niega la posibilidad de que ésta tenga derecho al disfrute, ya que a priori no se reconoce como madre y también, por lo tanto y paralelamente, negando la posibilidad de solicitar los 20 días de permiso por paternidad. Con esto quiero decir, que existe un vacío legal respecto a la protección de la madre no biológica principalmente, y al resto de la unidad familiar, incluida madre biológica e incluso el propio hijo, que en los tiempos que corren, y después de todos los escollos que este colectivo ha tenido y tiene que soportar, ya debería de haber sido reconocido, articulado y amparado a efectos legales y sociales, respetando el derecho subjetivo de identidad personal y libre, al margen de las opiniones o fuerzas públicas sobre el cuestionamiento sobre si su vigencia es éticamente aplicable, la cual, simplemente debería de limitarse a otorgar la protección obligatoria a sus contribuyentes en correspondencia con los principios básicos del sistema de seguridad social, caracterizado como una entidad de protección social y de reparto, incluso de la propia Constitución, ya que el artículo 14 hace referencia a que todos somos iguales ante la ley. Debido a que como población activa que son estas mujeres, que cotizan, trabajan y reciben cualquier otra prestación, es apropiado y justificado expresar objetivamente, que es vergonzoso en el recorrido por el lesbianismo moderno, que se mantenga esta laguna legal, símil de la laguna social que padecemos y que sigamos viviendo a oidos sordos.