Hambre emocional: ¿qué es Y cómo controlarlo?

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Tal como su nombre lo indica, el hambre emocional se define como un trastorno alimentario vinculado con las emociones y los sentimientos que se experimentan. Ocurre que, de manera muy repentina, se siente una enorme necesidad de comer, de modo que urge saciar esta ansiedad con lo primero que encontramos a nuestro alcance, y luego de saciar esta necesidad, nos invade un gran sentimiento de culpa, porque lo que hemos consumido no ha sido suficiente para satisfacer nuestras necesidades, las que, efectivamente, eran de otro tipo. 

En este post queremos hablarte sobre el hambre emocional: ¿Qué es y cómo hacer para controlarla? Además, cuando se llevan a cabo dietas para adelgazar, y no se está consciente del hambre emocional, los esfuerzos pueden ser en vano. De modo que presta mucha atención a todo lo que vamos a contarte, ya que es posible que hayas comido por hambre emocional, sin haberte dado cuenta de lo peligroso que puede ser tener este desorden y no poder controlarlo.

¿Qué es el hambre emocional?

De modo natural y de diferentes maneras la alimentación está ligada a nuestras emociones. Por ejemplo, desde niños establecemos una relación afectiva con la alimentación, ya que, desde los primeros años de vida, la fuente principal de nutrición procede de las personas cuidadoras o de nuestros padres. De modo que, cuando se recibe la comida que ofrecen estas personas, se establece una relación de cuidado y protección con el alimento. Otro ejemplo es cuando relacionamos la función de los alimentos como regalo para demostrar cariño o afecto hacia otras personas.

Asimismo, también tenemos alimentos que están formados por compuestos que influyen a nivel cerebral sobre las emociones, y que, en situaciones de tristeza o felicidad, pueden activar reacciones en el cerebro que son placenteras. El chocolate, por ejemplo, contiene triptófano, un aminoácido que activa determinados circuitos neuronales que producen sensación de placer y bienestar. Además, libera endorfinas y serotoninas, por lo que se considera un antidepresivo natural. Por otro lado, los sabores también tienen esta incidencia emocional. El sabor dulce se asocia con lo bueno, de hecho, a los niños se suele ofrecer un caramelo para premiar un buen comportamiento. De la misma manera, se cree que incluso, los problemas pueden atenuarse con comida, de hecho, hasta existe una frase popular que reza: “las penas con pan, son menos”, de modo que aprendemos que el abandono, el resentimiento, la frustración, la tristeza …, se reducen con la comida.

Partiendo de lo anterior, podemos decir que la alimentación emocional es algo habitual, no obstante, el problema reside cuando la comida cobra protagonismo en la gestión de las emociones. Por ejemplo, tomar un pedazo de pastel para canalizar un estado emocional difícil de gestionar. Cuando el hambre emocional se convierte en un problema, arrastra a las personas a sentir una angustiosa y desesperada ansiedad por comer. Esta ansiedad puede volverse patológica, en estos casos se suele experimentar una elevada sensación de malestar: aparecen sudoraciones, alteración del ritmo cardíaco, una necesidad de comer compulsivamente, entre otras conductas.   

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Así pues, el hambre emocional se convierte en una herramienta fácil para aliviar a corto plazo sentimientos de estrés, tristeza, ansiedad o aburrimiento, pero, a la larga, provoca un incremento de sentimientos negativos, de forma tal, que se recurre a la comida como consuelo, para intentar controlar el estado de ánimo y sentirse mejor. Entramos así en un círculo vicioso del que puede ser complicado salir sin la ayuda de un especialista.

Características del hambre emocional

Antes de enumerar las características del hambre emocional, distingamos el hambre fisiológica del hambre emocional. El hambre fisiológica cuando aparece tiende a incrementarse de forma gradual, y puede satisfacerse con cualquier tipo de comida, de manera que es posible optar por alimentos saludables sin problemas. Además, una vez que comes, experimentas una satisfactoria sensación de saciedad. El hambre fisiológica se siente en el estómago.

A diferencia del hambre fisiológica, el hambre emocional aparece de modo repentino con la necesidad de comer un alimento en específico, sobre todo, comida poco saludable. No obstante, aun después de satisfacer el antojo, este tipo de hambre no desaparece, y la culpa por sentir la necesidad de seguir comiendo, se vuelve un sentimiento sobresaliente. Entre las características que nos permiten definir el hambre emocional tenemos:

  • Necesidad de comer sin sentir hambre real. Se requiere introducir alimentos sin experimentar hambre real.
  • Se come de forma compulsiva. Al desconocer el origen de la necesidad de comer, el acto de comer se realiza de forma descontrolada y compulsiva.
  • Insatisfacción y culpa. Ambos sentimientos suelen ser comunes cuando se atraviesa por episodios de hambre emocional. Las personas se sienten culpables, porque aun luego de haber comido “suficiente” no sienten saciedad. Esto ocurre porque el origen del problema no se resuelve con atracones de comida.
  • Comer para sentirse mejor. Se asocia el acto de comer con sentir bienestar, pero aun cuando comer conlleve a satisfacción, es habitual que la persona que sufre de hambre emocional en lugar de sentirse feliz, luego de comer, se sienta decepcionada y triste después del atracón. 

¿Cómo controlar el hambre emocional?

Tal como lo hemos dicho, el hambre emocional no es un hambre real, sino que se refiere a un deseo inconsciente de llenar un vacío, un espacio que no se encuentra en el estómago, es decir, se refiere a un malestar emocional. Es posible que la persona no pueda hacerse cargo de ese sentimiento, ya que, suele no tener consciencia de la situación que atraviesa, por lo que confunde esa sensación con hambre real y trata de satisfacerse comiendo. 

También existen ocasiones en donde la persona logra concientizar sobre sus emociones, no obstante, no ha decidido atenderlas. La mejor forma de poder enfrentar el hambre emocional es, en principio, haciéndose consciente de ello, para luego satisfacer con afectos lo que demanda su cuerpo y no con comida. El hambre emocional no sólo es nociva para el sobrepeso, atenta en contra de un estilo de vida saludable, y puede ser la causante de frustraciones de grado mayor. 

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El hambre emocional no aparece por una circunstancia biológica ni natural, sino que es la respuesta a otra privación interna. Esta carencia suele estar relacionada con motivos emocionales tales como depresión, ansiedad, aburrimiento, tristeza, estrés, etc. Para poder solucionar un problema de esta naturaleza, lo primero que se debe hacer es acudir a un profesional que ayude a atacar la raíz del problema y determinar qué es realmente lo que te está perturbando.

Además de esto, si crees que estás atravesando episodios de hambre emocional, a continuación, te damos algunos consejos que te ayudarán a controlarla.

Acude a una consulta de nutrición

Cuando se trata de la alimentación, es prioritario aprender sobre las proporciones que son adecuadas para ti. En Corporis Sanum, te ofrecemos dietas personalizadas adaptadas a tu medida, peso, talla y necesidades específicas. Acudir al nutriólogo, además, te ayudará a llevar un control de las horas en las que tienes que comer. Necesariamente deberás cambiar los hábitos inadecuados por una forma saludable de alimentarse. De esta manera, será más fácil identificar en qué momento las emociones comienzan a confundirse con el hambre real o fisiológica.

Prepara un menú semanal

No es lo mismo alimentar la mente que alimentar tu estómago. En este caso, es importante hacerle saber a tu mente que estás bien alimentado. De esta forma, evitarás esa urgencia a la hora de comer por compulsión. La recomendación es tener a la mano un menú diario de comidas y planear las comidas de la semana. Así sabrás exactamente qué comerás a diario y tendrás un mejor control de esos ataques de hambre.

Incluye en tu dieta alimentos saciantes

Incluir alimentos saludables que sacian tu apetito como frutas y verduras es una buena opción para evitar esas ganas descontroladas de comer. Las frutas ricas en agua y fibra están recomendadas. Por un lado, ayudan a mantener tu estómago lleno y, por otro lado, favorecen la hidratación corporal general y evitan la retención de líquidos.

Evita la ingesta de azúcar y dulces procesados

El hambre emocional está muy asociada con el consumo excesivo de dulces procesados y alimentos azucarados. Es por ello que se recomienda evitar disponer de este tipo de alimentos en casa. Yogures, frutas, tés, entre otros, son opciones saludables que pueden sustituir el consumo de este tipo de alimentos.

Practica un deporte o haz ejercicio de modo regular

Practicar un deporte o hacer ejercicio físico de modo regular, te permitirá, no solo mejorar tu composición corporal y salud general, sino que te ayudará a descargar emociones negativas como la ansiedad y el estrés, y a vivir de una forma más positiva y optimista.

Es fundamental saber gestionar tus emociones y aprender a canalizarlas de forma apropiada. El hambre emocional no es sana ni para tu cuerpo ni para tu mente. Además, puede convertirse en una patología que requerirá de una atención especializada rigurosa.

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